Frío lacerante que corta mis labios y quema mi piel!
Un respirar de cristales que hieren y me hacen sangrar,
rasgando esa parte del alma que una vez sintió.
Por qué nos negamos a creer,
que no hay quien a mano alzada dibuje el círculo perfecto.
Olvidaré como olvidaron tus manos.
Solo en la memoria,
que ya se extingue,
quedará cuando gritábamos la verdad en el ruido inaudible y
susurrábamos en el silencio perfecto.
Ya sabré yo que dolerá más,
un corte de papel o la línea fría de tu olvido.
Me seduce la invitación embriagadora a
desbordar el límite de aquel círculo;
confundido, desvelado y abandonado avanzo
empeñado en cruzar la acendra para optar
llegar a su lado o vivir adosado al frío de su recuerdo.
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