Yo, bravío navegante
ah! Qué arrogante capitán,
bordeando arrecifes
sin miedo a encallar.
Tú, esbelta y firme cual atalaya,
ángel vigilante de la mar bravía,
bella cual estrella,
sirena de luz en melodía.
Guiaste el camino
de este arrogante lobo de mar,
con el brillo de tus ojos y el fuego de tu alma.
Fuiste el faro jamás soñado,
sol nocturno inesperado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario