Cuando éramos niños y tanta tecnología solo era un sueño, había un artilugio redondo que nos permitía soñar con recorrer y viajar por todo el mundo, conocer y vivir aventuras, quizás, tomado de la mano de ese tu amor secreto o aquel tu primer amor.
Era un simple juego girar ese Globo Terráqueo, cerrar tus ojos y con tu dedo detenerlo y allí es donde irías, generalmente caías en una isla en China, o tal vez, en una República Africana, que te eran completamente desconocidas, corrías por tu Almanaque Mundial, buscabas ese país y tu imaginación hacia el resto.
Luego, mil años después solo vas por un café y un dulce y revives ese momento, al empujarlo, mientras gira, te das cuenta en ese instante, que no importa dónde esta vez se detenga, porqué, ahí en ese lugar es justo donde y con quien deberías estar.
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