Hubo una efímera época, en la cual fui un nómada vagabundo que buscaba escribir los capítulos de mi vida, caminaba por las aceras y en algunas esquinas me detenía estiraba mi mano y mendigaba.
Sin saber que esas limosnas que me colocaba la vida eran el prólogo para llegar a un destino, ahí en la palma de la mano se dejaron caer experiencias, amores, tristezas, sapiencia, todas ellas, fueron guardadas en mi interior forjando mi ser.
Muchas dejaron cicatrices, que no por ello, afean mi Ser, marcaron el duro camino que me toco recorrer, fueron el aprendizaje que me enseñó a no ser perfecto ha cometer errores y encararlos.
Hoy recorro esos caminos con la memoria de haberlos vivido, sufrido y reído. Pero la realidad es, que en el epílogo de mi existir, aún estoy en búsqueda de ese destino, sediento de besos, hambriento de abrazos, en soledad sigo cobijandome con los cartones de la indiferencia, con el miedo de la desesperanza, vagando con un corazón en pedazos, afligido por amor, en las calles, sigo siendo un mendigo.
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