Vagos son los recuerdos de cuando mis manos empuñaban un lápiz,
para escribir palabras de algo que llamaban amor.
Mis ojos te veían pasar desde la distancia,
deseando saber tu nombre y crear una anáfora poética con él.
Dedicarte mis letras, eran el sueño de ese joven poeta,
enamorado de tu dulce silueta.
Diseñar la métrica con tus medidas,
hacer rimar tus labios con los míos,
componerle versos a esos esquivos ojos,
crear la mejores prosas y dedicártelas.
Ahora solo queda en poesía, narrar la historia,
de ese fantasma que en silencio y
sin siquiera saber tu nombre,
te amó noches enteras en lejanía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario